martes, 8 de enero de 2013

Seguidismo

Los seres humanos nos hemos acostumbrado a lo fácil, a aquello que apenas nos supone un poco de esfuerzo. Nos sentimos cómodos cuando deben ser "otros" los que tomen las decisiones. Indudablemente, bajo esa actitud, se esconde el "miedo al error", sin reparar en que son precisamente esos errores los que terminan forjando nuestro carácter y personalidad. Preferimos no pensar ni tomar decisiones, mantenernos en un anonimato "intelectual", como si fuéramos dóciles animales amaestrados que siguen las órdenes de su dueño.

Y, de esa manera, poco a poco, perdemos lo más valioso que podemos llegar a tener como personas. Esto es, nuestra propia INDIVIDUALIDAD, la plena consciencia de nosotros mismos, paso previo a adquirir la ataraxia vital, al más puro estilo barojiano.

Si nos damos cuenta, hay muchas situaciones en nuestra cotidianidad que demuestran esta falta de "acción". El ejemplo más palpable es cuando, en una conversación informal, todas las personas a nuestro alrededor mantienen la misma opinión acerca de un hecho. En muchas ocasiones, se tiende a mantener esa misma idea, aunque no sea esa nuestra forma de pensar. El sentimiento de pertenencia al grupo es algo que se encuentra plenamente identificado como uno de nuestros principios. En ocasiones, este sentimiento es necesario e importante. En otras, limita nuestra personalidad y evita que seamos quienes somos (o quienes queremos ser). Relacionado con este tema, podemos encontrar la situación que se genera al asistir a cualquier evento deportivo. Al unirnos con muchas otras personas que jalean y animan a un equipo, nos llegamos a sentir importantes, y parte fundamental de los éxitos (o fracasos) de esos jugadores, por ejemplo.

Hay que indicar que, más allá de las posibles connotaciones negativas que ese "seguidismo" pudiera esconder, es necesario que, en nuestra sociedad, existan esos perfiles capaces de "guiar" a los demás, los líderes. No todos pueden ser líderes. Pero todos podemos ser capaces de mostrar nuestra asertividad, y de manifestar nuestras ideas, nuestras opiniones y nuestros deseos, sin que ello pueda suponer un menoscabo de nuestra valoración como personas. Esto, que parece tan sencillo, cada vez es menos frecuente, y muchas personas se acostumbran a lo fácil, a que sean los demás quienes guíen sus pasos. Quizá el primer punto para avanzar en esta situación, sea lograr el conocimiento pleno de uno mismo, y esto pasa por tener constancia de lo que "realmente valemos", mantener una alta autoestima y ser capaces de asumir que, a pesar de que no somos mejores a los demás, sí somos distintos y, por ello, tampoco somos inferiores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario